“Porque yo he guardado los caminos de Jehová y no me aparté impíamente de mi Dios pues todos sus decretos estuvieron delante de mi y no me he apartado de sus estatutos. Fui recto para con Él y me ha guardado de mi maldad por lo cual me ha recompensado”. 2 Samuel 22: 22, 23, 24 y 25.
Un buen día, como una buena recompensa, estaremos ante Dios y todos esperaremos dibujar en su rostro una sonrisa y que nos diga: bien buen siervo y fiel en lo poco has sido fiel en lo mucho te pondré entra en el gozo de tu Señor. Y Él nos abrirá las puertas e iniciaremos la verdadera vida junto a Él. Durante nuestro tránsito terrenal realmente Dios pide realmente poco de nosotros. Él nos solicita que le tengamos temor que es lo mismo que respeto, que obedezcamos sus mandatos y que compartamos el conocimiento que tengamos de Él con otros que aún no lo conocen. Él nos dice que su yugo o dirección es fácil y que esa carga que nos da es ligera. Además, nos ofrece su incomparable ayuda, por medio del Espíritu Santo para actuar con rectitud e integridad siguiendo los pasos de quien debe ser nuestra máxima inspiración: el Señor Jesucristo, Rey de Reyes y Señor de Señores. Que esa imagen, de nuestro ingreso a los cielos, siendo recibidos por el único y sabio Dios, sea parte de la inspiración que siempre tengamos para ser cada día mejores seres humanos.
Que el Señor los bendiga.
Lilliana María Incera Villalta
San José, Costa Rica