Eclesiastés 3: 1,2

“Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado”. Eclesiastés 3: 1,2

Dios bendijo a Salomón con sabiduría la cual le permitió conocer verdaderamente el corazón de Dios. Tal y como lo dijo Salomón, en la vida de quienes amamos verdaderamente a Dios todo sucede en el tiempo exacto. Él conoce nuestro principio y nuestro final y también tiene total conocimiento de lo que va a pasar durante ese período de tiempo. Él va a abrir puertas para que se realicen nuestros sueños en el momento preciso; también, cerrará puertas para que no ocurran situaciones que deseamos pero que nos van a perjudicar.  Sin embargo, también nos ha dado libre albedrío y por desconocimiento podemos torcer la dirección que Él trazó para nosotros. Recordemos a los israelitas; ellos pudieron llegar a la Tierra Prometida en pocas semanas pero duraron 40 años dando vueltas en el desierto por causa de corazones rebeldes. Confiemos en el Señor, aprendamos de Él y esperemos su respuesta pacientemente y, mientras tanto, hagamos el trabajo que nos corresponde que Él se encargará de lo imposible. El Señor nos va preparando, durante la vida, para recibir lo que anhelamos siempre y cuando ese anhelo tenga respaldo en la Palabra de Dios. Aun y cuando queramos que nuestro sueño se realice lo antes posible eso, probablemente, no ocurrirá porque si no estamos preparados espiritualmente no podremos sostener la bendición que viene de lo alto y la perderemos. Debemos plantar la buena semilla, tenemos que hablar de la bondad y sabiduría de Dios en la familia, en los hijos, en el trabajo, en los amigos, en el vecindario, en los compañeros y en todo aquel que lo necesite. Las oportunidades para hacerlo se presentarán y, en su momento, Dios permitirá que recojamos la mejor de las cosechas para la Gloria y la Alabanza de su Nombre.

Que el Señor los bendiga y los guarde en todos sus caminos.