“De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere queda solo, pero si muere lleva mucho fruto. El que ama su vida la perderá y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”. Juan 12: 24
Para que de fruto, el grano de trigo debe caer en la tierra y morir para dar lugar a una espiga de gran bendición para la humanidad por su valor alimentario. Así es nuestra vida, debemos morir a la mundanalidad, a la vida superficial y, por el contrario, crecer espiritualmente para dar fruto y bendecir a quienes nos rodean. Ello no significa que debamos asumir un estilo de vida en el cual esté presente la tristeza y la amargura. Todo lo contrario, el crecimiento espiritual nos llenará de gozo, paz y amor. Si permanecemos en el mundo, perderemos la promesa de vivir eternamente con Él; pero, quien como el grano de trigo muere a sí mismo para dar fruto alcanzará todo lo que Dios nos ha prometido. Recordemos que el Señor Jesús murió para rescatarnos del mundo; pero, también, para mostrarle al mundo que, con su resurrección, venció a la muerte y así, un día estaremos junto a Él en los cielos para siempre.
Que el Señor los bendiga.
Lilliana María Incera Villalta
San José, Costa Rica