Levantar alas como águilas...

Juan 21: 3,4,5,6,7

23.09.2009 08:20

"Simón Pedro les dijo: voy a pescar. Ellos le dijeron: vamos nosotros también contigo. Fueron y entraron en una barca y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: hijitos ¿tenéis algo de comer?. Le respondieron: no. Él les dijo: echad la red a la derecha de la barca y hallaréis. Entonces la echaron y ya no la podían sacar por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡es el Señor! Simón Pedro cuando oyó que era el Señor se ciñó la ropa porque se había despojado de ella y se echó al mar". Juan 21: 3,4,5,6,7.
 
El Señor nos ha dado infinidad de promesas las cuales podemos descubrir en las Sagradas Escrituras. Una de ellas es que jamás nos dejaría solos. Los versículos anteriores confirman la promesa. Jesús ya había muerto y de nuevo se presenta ante 7 de sus discípulos entre ellos Pedro y Juan, el discípulo amado. Ellos estaban desanimados porque no lograban pescar; sin embargo, el Señor se presenta y, desde la orilla, les dió instrucciones específicas para que obtuvieran una buena cantidad de peces para la alimentación de ellos y de sus familias. No les dijo que tiraran la red a su antojo sino que les dió indicaciones precisas: a la derecha; en obedicencia, actuaron como les fue dicho y obtuvieron gran bendición. 

Así es el Señor de cuidadoso con las necesidades de cada quien y por eso es que debemos afinar nuestros oídos espirituales para lograr escuchar su voz y obtener muy buenos resultados en todo lo que emprendamos. Para reconocer la voz del Señor es necesario conocer su Palabra y guardarla en el corazón. Cuando estemos en necesidad, como en su momento estuvieron los discípulos, el mismo Espíritu del Señor, que mora en nosotros, nos hablará y nosotros identificaremos de inmediato su mensaje el cual nos llenará de confianza y nos indicará el camino que debemos seguir para obtener éxito.

En un principio, los discípulos no reconocieron al Señor; probablemente estaban agobiados porque el trabajo que realizaban era improductivo; pero, cuando Juan le dice a Pedro que quien les hablaba era Jesús su estado de ánimo cambió por completo y se lanzó al mar para llegar pronto a su lado. No permitamos que nuestros afanes nos aparten del Señor. Él nos está llamando porque necesita personas que compartan con otras las buenas noticias que se encuentran en los evangelios. En esa oportunidad, después de haber comido, Jesús le dijo a Pedro una sola palabra: "sígueme". Hoy, miles de años después, el Señor continua exhortando a la humanidad para que lo sigan pues no quiere que ninguno se pierda. ¿Está usted dispuesto a seguirlo?

Que el Señor los bendiga.

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Lilliana María Incera Villalta

lincera03@hotmail.com

San José, Costa Rica

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