Levantar alas como águilas...

Los inagotables recursos de Dios

27.07.2009 13:53
Lilliana María Incera Villalta

 

La Palabra de Dios nos dice en Isaías 41: 9, 10 “Porque te tomé de los confines de la tierra y de tierras lejanas te llamé y te dije: mi siervo eres tu; te escogí y no te deseché. No temas porque yo estoy contigo; no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.

Mediante su preciosa Palabra, el Señor nos dice que Él nos ha escogido para servirle y mediante ese servicio tendremos el privilegio de llevarle esperanza a un mundo que desconoce al Señor y que, por lo tanto, se encuentra muy herido. Definitivamente, es un privilegio sentirnos parte de ese grupo de personas a las cuales Dios ha llamado y capacitado para comunicar, a otros, las buenas nuevas del Evangelio.

Dios utiliza innumerables recursos para llamar a sus hijos; muchos atienden el llamado pero otros dejan pasar la oportunidad de asumir “Ministerios” que tienen la misión de rescatar de las tinieblas a quienes son merecedores de vivir en la luz y que por desconocimiento se están perdiendo. Indiscutiblemente, Dios nos habla y nos llama  por medio de su Palabra; pero, también puede utilizar a otras personas, incluyendo a los niños, para hacernos llegar su mensaje y tocar lo profundo de nuestro corazón.

En ese sentido, quiero compartir con ustedes mi testimonio el cual deja claro que Él utiliza recursos inimaginables para alcanzar a sus hijos. Todo ocurrió hace aproximadamente 19 años cuando,  ante la solicitud de una amiga,  dediqué parte de mi tiempo para ver un programa de televisión que cambió por completo mi vida. Recuerdo que era un espacio dedicado a los reyes magos que visitaron a Jesús recién nacido.  Eran varias las personas las que estaban participando en el espacio pero entre ellos estaba Raymundo Pérez quien hablaba del Señor Jesucristo y lo que su nacimiento y ministerio representan para la humanidad. En ese momento, yo pasaba por serios problemas existenciales, me sentía incómoda conmigo misma y nada parecía sonreír alrededor. Al escuchar el mensaje de Ray, quien hoy es mi amigo y hermano en el Señor, comencé a quebrantarme porque me estaba presentando a un “Jesús” que yo no conocía; recuerdo mis lágrimas frente a la pantalla del televisor y también recuerdo como caí de rodillas para implorar por su ayuda.

Por todos los medios, traté de contactar a Raymundo y un día después estaba reunida con él y su esposa, Julita Woodbridge, en el Centro de Victoria Cristiana, la iglesia a la cual pertenecieron por mucho tiempo. Ambos me escucharon con atención y, el Señor, por medio de ellos, comenzó a llenar mis vacíos y a colmar mi vida de paz y gozo. A partir de ese momento, los visitaba en su casa todos los jueves, por la noche y, en compañía de otras personas, igualmente desoladas, adorábamos y alabábamos al Señor y luego tanto Ray como Julia nos compartían la Palabra de Dios.

No se lo que pasó con las otras personas, porque con el tiempo dejé de verlas, pero lo cierto es que en esa casa, en Escazú,  Dios tocó mi vida, acepté su llamado y el Espíritu Santo entró por la puerta que le abrí para que morará para siempre conmigo. El Santo Espíritu del Señor comenzó su trabajo y por su amor y misericordia fui transformada y restaurada y pude declarar con mi boca que las cosas viejas habían pasado y que ahora todo era hecho nuevo en mi existencia. Tuve que llegar a la desesperación para oír con claridad su llamado, lo acepté y ahora me siento privilegiada al ser escogida para servir al Rey de Reyes y Señor de Señores. Un programa de televisión y un siervo de Dios, declarando su Palabra,  fueron los medios que el Señor utilizó para que una oveja lejana ingresara al redil.

Tengo la certeza de que Dios también lo está llamando; talvez el ruido del mundo le impida escuchar Su Voz; por eso, le pido al Espíritu Santo que afine sus oídos espirituales para que oiga la Palabra que da vida en abundancia.

Que el Señor los bendiga.

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Lilliana María Incera Villalta

lincera03@hotmail.com

San José, Costa Rica

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