"No temas, yo soy tu Dios y fuera de mi no hay nada"

Todos los días por la noche, tomo la Biblia y comienzo a leerla pidiéndole al Espíritu Santo que me de el versículo apropiado que todos los días llega hasta ustedes. Ayer no fue la excepción; la fidelidad de Dios hizo que tuviera la Palabra idónea pero debido a las carreras de la mañana olvidé el mensaje sobre la mesa. Sin embargo, en mi vida no hay casualidades sino que hay buenos propósitos y cuando venía en el bus y hablaba con el Espíritu de Dios, Él me decía que tenía mucho que compartir con todos ustedes. Por eso hoy quiero recordarles que en el transcurso de nuestras vidas nunca estaremos solos. Por supuesto que vamos a estar rodeados de personas, amigos y familiares pero, lo más importante, es que Dios, el único y sabio, el que todo lo puede,  nos prometió que nunca nos dejaría y que jamás nos desampararía.

Hemos recibido, por voluntad propia, la presencia de su Santo Espíritu en nuestras vidas y eso nos autoriza a llamarnos “hijos de Dios”.

Tenemos al mejor de los Padres con nosotros. Él está atento a nuestra necesidad. Él viene y consuela en el momento de la prueba; Él viene a poner orden cuando todo parece escaparse de nuestro control tan limitado; Él viene a sanar la herida que se albergó en nuestro corazón; Él viene a darnos fuerzas cuando estamos rendidos: Él nos da sabiduría cuando la confusión está presente; Él viene a nosotros cuando clamamos por cualquier necesidad. Aun y cuando no pidamos nada, Él siempre estará a nuestro lado. Confiemos en su amor ilimitado; con nuestros ojos espirituales veamos sus brazos extenderse hacia nosotros para abrazarnos; sintamos su ternura; su protección; oigamos su voz chineándonos y diciéndonos “no temas, yo soy tu Dios y fuera de mi no hay nada”.

Marquemos la diferencia y reconozcamos su poder, doble sus rodillas, levante sus manos y ríndase ante el Señor porque solo Él es digno de Honor y Gloria.

Que el Señor los bendiga.