"He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor juez justo, en aquel día y no solo a mi sino también a todos los que aman su venida". 2 Timoteo 4:7,8
Cuando se acerque el final de nuestra vida tiene que ser maravilloso pronunciar, con satisfacción y plena seguridad, las palabras "labor cumplida". Que hermoso, en ese momento, hacer un análisis restrospectivo de nuestra existencia y sonreír recordando como nuestra vida fue guiada por la presencia del Señor en nosotros.
También ha de ser muy grato recordar como, ante los momentos de debilidad, reconocimos nuestros pecados y nos arrepentimos reconciliándonos con el Padre. Al final, tendremos la seguridad de haber obtenido la victoria y de haber sido más que vencedores, en Cristo Jesús.
Las palabras, en los versículos seleccionados fueron pronunciadas por el apóstol Pablo. Su vida tuvo que haber sido muy dificil pues el mismo se consideró un soldado que enfrentó múltiples batallas pero que, al final, obtuvo la recompensa de la victoria. Lo logró porque se mantuvo firme en la fe; de lo contrario, hubiera desfallecido. Su trabajo en favor del Señor fue arduo y lleno de dificultades pero jamás desistió porque el reconoció el brazo que siempre lo sostuvo. Me imagino que recuperaba las fuerzas perdidas cuando soñaba con el momento de encontrarse cara a cara con el Señor quien le entregaría una corona, premio o galardón guardado en los cielos para él; Pablo vivió para ese momento, el más sublime de todos, el que se le había prometido.
Él fue un simple mortal como todos nosotros; pero, diferente a los demás porque abrazó el cristianismo con pasión pues reconoció que acercarse a Dios era alcanzar el bien. Su buena batalla fue la de llevar el evangelio a todos los rincones para que otros disfrutaran del gozo que sentía.
No necesitamos desarrollar un ministerio o una labor tan exitosa como la que realizó Pablo; basta que nuestra vida esté fundamentada en
Que el Señor los bendiga.
Lilliana María Incera Villalta
San José, Costa Rica