Levantar alas como águilas...

Hebreos 2:18

05.01.2010 14:52

"Pues cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados". Hebreos 2:18
 
El Señor Jesús, siendo Dios, adquirió la condición humana para cumplir un propósito: la salvación del hombre. Jesús, como cualquier otro bebé, se desarrolló en el vientre de su madre y María, cumplido el tiempo, como cualquier otra mujer, dió a luz a su hijo en un pesebre. Jesús creció al lado de sus padres; nos lo imaginamos como un niño normal aprendiendo a caminar, ingiriendo sus primeras comidas, jugando, haciendo las cosas propias de un niño de su edad. Conforme fue creciendo se dedicó a estudiar las Sagradas Escrituras por espacio de, aproximadamente, 30 años y luego, durante 3 años, recorrió diferentes regiones hablando del Reino de los Cielos y de la necesidad que tenía el hombre de arrepentirse de sus pecados, pedir perdón y reconciliarse con el Padre para alcanzar "la vida eterna". Jesucristo fue un  hombre de carne y hueso y al igual que todos los seres humanos fue tentado por Satanás el cual trató de hacerle caer en el pecado; sin embargo, Jesús nunca sucumbió ante los engaños del diablo pues Él conocía el poder y la autoridad que emana de la Palabra y cada vez que el maligno se le acercaba para tentarlo Jesús lo vencía declarando la Palabra de Dios. Cada paso en la vida de Jesús es una hermosa enseñanza para nosotros. Él conoció la astucia de Satanás; supo que nosotros seríamos igualmente tentados y por eso nos dió, con su ejemplo, la posibilidad de salir airosos de la prueba. Al igual que Jesús, en el momento en que seamos tentados debemos recordar la Palabra de Dios y pronunciarla; ella viene a ser nuestra armadura junto a la oración y a la relación cercana con el Señor. La tentación puede ser la infidelidad, las drogas, el robo, el chisme, la pornografía, el alcoholismo y muchas otras cosas más pero tenemos la capacidad de vencer esas debilidades porque Dios nos ha dicho, en su Palabra, que somos más que vencedores en Cristo Jesús. Pero para vencer tenemos que ganar una batalla espiritual y lo logramos poniéndonos la armadura: "Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" Efesios 6:11; "Sobre todo, tomad el escudo de la fe con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno" Efesios 6: 16. Así las cosas, es una prioridad dedicar parte de nuestro tiempo al estudio de las Sagradas Escrituras porque esas palabras escritas serán reveladas a nuestras vidas por el Espíritu Santo para resistir al diablo y darnos la victoria.
Que el Señor los bendiga.

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Lilliana María Incera Villalta

lincera03@hotmail.com

San José, Costa Rica

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