Levantar alas como águilas...

Jeremías 32:40

23.03.2010 11:40

"Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien y pondré mi temor en el corazón de ellos para que no se aparten de mi". Jeremías 32:40
 

Está escrito que Dios no es un hombre para que mienta ni tampoco es hijo de hombre para que se arrepienta. La mentira y el incumplimiento de las promesas son propias del género humano pero no son parte de la naturaleza perfecta de Dios. Como consecuencia, la Palabra de Dios nunca perderá vigencia sino que permanecerá para siempre e igual valor cobran sus promesas pues todas las generaciones serán alcanzadas por ellas. El amor sobrenatural e incondicional de Dios le permitió establecer un nuevo pacto con el hombre, un vínculo indestructible sellado por la sangre derramada por Jesús. Por medio de ese pacto Dios nos adopta como hijos cuando nos arrepentimos y pedimos perdón por nuestras faltas. Esa sabia decisión tomada por el hombre se da cuando tiene temor de Dios, cuando lo conoce y lo respeta; cuando el hombre ama a Dios comienza a sufrir una transformación que lo aleja cada vez más del pecado. La presencia del Espíritu Santo le hará ver y disfrutar la vida desde otra perspectiva y el crecimiento espiritual hará que la carne sea doblegada. El caminar de la mano con el Señor tiene crecompensa pues el bien y la misericordia acompañarán a quienes pagan el precio y viven de acuerdo a la Palabra de Dios 

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Lilliana María Incera Villalta

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San José, Costa Rica

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