Job 42:5

“De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven”. Job 42:5

Quienes han leído el libro de Job conocen las pruebas fuertes y las grandes tribulaciones por las cuales pasó. Todos nos podríamos preguntar ¿que tenía Job para que le fuera posible soportar y salir victorioso de semejante adversidad?. A Job le fue quitado todo lo que tenía, incluso la salud. Su mujer le pidió que maldijera a Dios por todo lo que le estaba ocurriendo pues el Dios en el que habían confiado no los estaba ayudando. Sin embargo, Job mantuvo su confianza  en el Dios que todo lo puede. El fundamento en la vida de Job era Dios; las tempestades que tuvo que enfrentar le hicieron flaquear pero nunca lo derribaron.

Al final de la prueba, Job fue restaurado y su Padre Celestial le devolvió todo lo que  satanás pretendió robarle. Job, lleno de agradecimiento, le dice a Dios “ahora mis ojos te ven”. En algunas oportunidades, nuestras vidas son como la de Job. Somos probados de diferentes maneras, quizá no tanto como Job pero de una u otra manera la aflicción llega a nuestra vida. Vendrán personas, como la mujer de Job, quienes nos dice que nos alejemos de Dios, que dejemos de confiar en Él porque no está atento a nuestra necesidad pues, momentáneamente, no hay respuesta a nuestras oraciones; es entonces cuando el ser humano hace lo indebido y comienza a ir de un lado a otro, cegado por la confusión, tratando de resolver el problema que lo agobia guiado por su propia capacidad.

Dios no nos manda a cruzarnos de brazos; Él quiere que actuemos pero basados en su Palabra y depositando nuestra confianza plenamente en Él. Él es real y verdadero y quien descansa en su regazo y se refugia en sus brazos será más que vencedor. La oración abre las puertas de lo sobrenatural. Está escrito que quien clama a Dios encontrará respuesta sabia y oportuna a sus problemas. Confíe en Dios, Él le indicará el camino que deberá seguir y abrirá puertas de bendición para su vida.