Levantar alas como águilas...

Juan 2: 23, 24, 25

07.10.2009 08:13

"Estando en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos porque conocía a todos y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre pues Él sabía lo que había en el hombre". Juan 2: 23, 24, 25
 
Cuando Jesús vivió entre los hombres hizo muchos milagros: revivió a su amigo Lázaro, dió vista a los ciegos, levantó a los paralíticos, liberó a las personas de los demonios, sanó a los enfermos, multiplicó los panes y los peces, calmó la tempestad y realizó muchos prodigios más. Quienes lo vieron en acción creyeron en Él y declararon que era el hijo de Dios.

Sin embargó, el Señor conocía lperfectamente la naturaleza humana y sabía que, en cualquier momento, la fe de ellos se debilitaría tal y como le ocurrió a Tomás quien a pesar de conocer de cerca al Señor no creyó facilmente en su resurrección. Durante su permanencia en la tierra, Jesucristo conoció las debilidades humanas: sufrió  la traición de Judas y también la de Pedro quien lo negó 3 veces; vivió la soledad cuando le solicitaba a los discípulos que oraran y los encontraba dormidos, enfrentó el miedo cuando sudó sangre al saber que estaba cerca el momento de la crucifixión, sufrió burlas y humillaciones y hasta experimentó el regañó de sus padres cuando se les escabullía para ir a la sinagoga.  

Por toda esa experiencia nadie tiene que contarle a Él como somos. Él nos conoce a la perfección porque vivió, en la carne, lo que nosotros también hemos vivido. Sin embargo, Él lo superó todo porque la presencia del Padre estaba estaba con Él. Y eso es exactamente lo que pasa hoy con nosotros: podemos salir victoriosos de las pruebas porque el Espíritu Santo está con nosotros.

Mientras el Señor ascendía a los cielos, después de la resurrección, su presencia espiritual descendía a nosotros para recibir el amor, la fuerza, la paz, el gozo, la confianza, el valor y la sabiduría que todos necesitamos para vivir en victoria. Él Señor Jesús adoptó la naturaleza humana por 33 años para darnos, por gracia, la salvación y para demostrarnos que si se puede superar la adversidad y lo logramos cuando confiamos en Él y comenzamos a llamar las cosas que no son como si fueran y cuando comenzamos a visualizar como reales los anhelos de nuestro corazón. Recuerde: Jesús está vivo y continúa haciendo milagros y prodigios todos los días.

Tenga fe y reciba el suyo.

Que el Señor los bendiga.

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Lilliana María Incera Villalta

lincera03@hotmail.com

San José, Costa Rica

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