“Cuando alguien te invite a un banquete de bodas no te sientes en el lugar principal pues puede llegar otro invitado más importante que tu y el que los invitó a los dos puede venir a decirte: dale tu lugar a este otro. Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten siéntate en el último lugar para que cuando venga el que te invitó te diga: amigo pásate a un lugar de más honor. Así recibirá honores delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que así mismo se engrandece será humillado y el que se humilla será engrandecido”. Lucas 14: 8-11.
Dios dice en su Palabra que nunca seremos avergonzados; pero, no seremos avergonzados si nos damos a la tarea de conocer la Palabra del Padre y la llevamos a la práctica. Seremos no solo oidores sino también hacedores de la Palabra de Dios. El Señor nos habla en los versículos sobre una actividad social; sin embargo, la experiencia se repite en el diario vivir. El Espíritu de Dios da dones a las personas y los seres humanos no reconocen esas dádivas que vienen de Dios y se jactan de que son muy “cargas” y de que todo lo tienen bajo control por sus propios méritos. Seamos agradecidos con lo que el Espíritu Santo nos ha dado y seamos buenos mayordomos o buenos administradores de nuestras propias vidas. El anhelo nuestro debe ser oír la voz del Señor quien nos dice: Bien buen siervo y fiel; en lo poco has sido fiel en lo mucho te pondré.
Que el Señor los bendiga:
Lilliana María Incera Villalta
San José, Costa Rica